Recientemente, Valer Kavaleuski, representante de las fuerzas democráticas de Belarús, declaró que ni un solo representante de la llamada "oposición rusa" ha declarado su rechazo a la clásica política rusa conocida como política imperial.
"No hemos oído que estén dispuestos a aceptar con total tranquilidad las declaraciones de cualquier país, ya sea Belarús o Moldova, Ucrania, Armenia, o Azerbaiyán, sobre la intención de ingresar en la Unión Europea, la OTAN, etc.", declaró Kovalevsky. En estas condiciones, dijo, es imposible desarrollar las relaciones de ninguna manera. "No queremos cambiar el punzón por el jabón, apoyar a una fuerza que vendrá y seguirá la misma política agresiva e ilegal que está haciendo Putin ahora".
Y esto no debería sorprendernos, pues se observa no sólo hoy, sino históricamente.
Los decembristas luchaban contra el dominio zarista, pero estaban a favor de Rusia dentro de esos límites y, en general, no querían dar la libertad a los pueblos esclavizados. La "Sociedad del Sur" era especialmente imperialista.
Las figuras del mundo cultural ruso, como Pushkin o Dostoevski, también fueron castigadas por las autoridades zaristas rusas, pero estaban a favor de una Rusia indivisible. Criticaban levantamientos de liberación en Belarús y Ucrania y consideraban esos países parte de Rusia.
Los bolcheviques lucharon contra el dominio zarista, pero una parte de ellos estaba a favor de un gran imperio, sólo que en versiones diferentes.
Entre los disidentes soviéticos que se oponían inequívocamente al poder soviético, también había partidarios del mundo ruso, cuyo mejor ejemplo es Solzhenitsyn, a quien, por cierto, Putin admira. El mismo Solzhenitsyn que consideraba que Belarús y Ucrania formaban parte de Rusia y que los belarusos y ucranianos eran rusos.
El "demócrata" Yeltsin también llevaba a cabo políticas típicamente imperiales.
De la historia reciente podemos recordar cómo el candidato presidencial Aliaksandr Milinkevich habló de la reacción negativa de los demócratas rusos ante el camino europeo de Belarús.
Sin embargo, incluso en los últimos años, se podían ver muchos ejemplos de personas anti-Putin que defendían la ideología rusa clásica y/o relataban narrativas imperiales.
Por eso, en lo sucesivo, se podría preguntar a algunos belarusos, entre los que también hay defensores de la política rusa "alternativa": Navalny, Bykov, etc.:
- ¿No les ha enseñado nada la historia?
La pregunta es retórica.
Añadir comentario
Comentarios