Hay pocos animales en este mundo que me gusten y fascinen más que los perros. Es una criatura de Dios, admirada por su afecto y genuina amistad. El estrecho vínculo entre el perro y el humano, que a cambio de amistad se ocupa de sus necesidades físicas, se remonta a varios milenios. Pero esto tiene su lado negativo.
Hay un perro amigo y un perro esclavo. Todo depende del nivel en que se construya inicialmente la relación.
Las relaciones con el vecino oriental se construyeron sobre el segundo principio. El Imperio Ruso: la región noroccidental. URSS: RSSB. Federación Rusa: República de Bielorrusia. Como resultado de varios siglos de "selección negativa" se creó una raza especial de belarusos, que ni siquiera pueden llamarse belarusos. Una raza de perros esclavos. Perros que protegen celosamente su propia cadena. Que odian y temen a los representantes de su propia especie, pero son leales a su amo hasta la muerte. No porque le teman, sino porque no hay otro camino. Belarusos de sangre, de nacimiento, que alaban a los opresores de su propio pueblo.
Creen sinceramente que sus amos les consideran iguales a ellos, se enamoran, cuentan con qué cariño les llaman "paperos" y les consideran "de confianza". Cómo un perro cierra los ojos de placer cuando su dueño le rasca detrás de la oreja en raros momentos de buen humor. Aunque el mismo dueño podría hacer fácilmente un gorro de su piel si surgiera la necesidad. O una vez más, tras haber explotado su ira, golpearle hasta matar.
Estos cambios en ellos son a nivel genético, es imposible hacerles cambiar de opinión con argumentos lógicos. Como es imposible quitarle a un perro rabioso un collar, del que se siente orgulloso. Para él, ese collar es la única prueba tangible de su propia utilidad. Y su odio a los seres vivos sin collar que caminan fuera de la cerca es instintivo, ciego. ¿Cómo es posible? ¿Qué hacen? ¿Qué hay detrás de la cerca? Y para evitar angustias mentales innecesarias y preguntas incómodas, es mejor no mirar detrás de la cerca en absoluto.
Eso es, pobre hombre. Porque tiene miedo de que los que no tienen collar le quiten la cadena y la vida de su perro pierda su último sentido.
Aliaksandr Sarokin
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