La noche del 26 de abril de 1986 se produjo un accidente en la central nuclear de Chernóbil, el mayor de la historia de la energía nuclear. Debido a la explosión de la Unidad 4, más de 50 toneladas de sustancias radiactivas volátiles se esparcieron por miles de kilómetros, y se formó una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la central nuclear.
La construcción de Chernóbil fue un proyecto soviético, colonial. Pero la zona y la intensidad de la contaminación eran diferentes en Rusia, Ucrania y Belarús, por lo que en cada una de las repúblicas la sociedad percibió el accidente a su manera y lo recuerda de forma diferente.
Chernóbil resultó ser la culminación del desarrollo tecnológico de la URSS y absorbió tanto los logros como los problemas de ese sistema. La gente sobrevivía, la gente crecía en este sistema gracias a que rechazaba la responsabilidad. Esto está en el ADN del aparato soviético. No había castigo por negarse a asumir responsabilidades, ni siquiera en la situación de Chernóbil. Esta postura resultó ser la elección correcta del aparato hasta el final. Este es el gran problema tanto de la URSS como de la central de Chernóbil. Lo vemos también en los herederos modernos de la URSS. Al menos en Rusia, de eso no hay duda.
¿Cómo funciona un sistema administrativo en el que la responsabilidad es algo que hay que evitar? Se trata del "sistema de mando y control", un cliché que ya existía en los tiempos de la "perestroika". En este sistema había un círculo muy estrecho de personas que tomaban decisiones o podían ser asesores en su toma, y un número enorme de ejecutores. Se esperaba de ellos que cumplieran y nada más. Por eso nadie habló en voz alta de la explosión del reactor hasta que llegara el vicepresidente del Consejo de Ministros. Nadie está dispuesto a asumir la responsabilidad de que el reactor haya explotado. Es imposible tanto desde el punto de vista psicológico como político.
Cuando se habla de la evacuación de Prypyat, ni siquiera el mismísimo vicepresidente del Consejo de Ministros, Boris Shcherbina, llegado de Moscú, puede resolver la cuestión por sí solo.
Los científicos y los jefes locales convencen a Shcherbina de que es necesaria la evacuación de Prypyat. Shcherbina llama a uno de los secretarios del Comité Central. Éste le dice: chicos, estoy de acuerdo con ustedes, pero yo tampoco puedo dar luz verde. Al final, la decisión la toma formalmente Nikolai Ryzhkov, Presidente del Consejo de Ministros (seguro de que tras consultar con Mijaíl Gorbachov). Así que, para una decisión de este tipo, era necesario un miembro del Buró Político que pudiera consultar personalmente con el Secretario General.
El acontecimiento afecto toda la URSS. La nube nuclear cubrió más Belarús que Ucrania. De hecho, al mirar ahora el mapa de contaminación, aparecen dos Chernóbil. Uno está donde debería estar, alrededor de Chernóbil propiamente dicho, y el otro está en el este de Belarús y los territorios adyacentes de Rusia. En términos de superficie contaminada, la parte rusa fue la mayor, pero en términos de contaminación, Ucrania y Belarús sufrieron más. Como consecuencia, el suceso desempeñó papeles diferentes en la historia política y cultural de los tres países.
Ucrania estuvo más implicada en el proceso de liquidación de las consecuencias de la catástrofe que ninguna otra república, porque Chernóbil está en su territorio y Kyiv está cerca. En general, el proceso de toma de decisiones era una interacción "periferia-centro", y en Ucrania se percibía como una interacción " colonia-metrópolis". La movilización bajo el lema " Díganos la verdad sobre Chernóbil" fue el primer impulso hacia la independencia de Ucrania.
También hubo intentos de movilización en Belarús, y Rusia presenta una tercera opción, en la que Chernóbil no se percibe como una tragedia nacional. Es decir, Chernóbil desempeñó un papel en el periodo de la perestroika como ilustración de la incompetencia del partido, de la contaminación medioambiental en una serie de ciudades industriales de la URSS. Pero, desde luego, en Rusia no hubo ninguna movilización nacional en torno a Chernóbil. La catástrofe se produjo claramente en la periferia de la geografía y la conciencia rusas.
"Nunca olvidaré mi primer día en la zona de exclusión", dice Volodymir Kruchkov, liquidador de Chernóbil de 69 años. - Parecía una película de terror. Las casas y los coches permanecen abiertos, la ropa tendida en los balcones, el pescado se seca. Pero no hay ni un solo alma. No se ven gatos ni perros, no se oyen pájaros. Era como si la ciudad hubiera muerto".
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