En las noches oscuras de invierno, nuestros antepasados se reunían con toda la familia para celebrar la fiesta más importante y solemne: la Navidad. Las tradiciones belarusas de celebración de la Navidad han atravesado los siglos y han llegado hasta la actualidad; en algunas ciudades del país siguen desarrollándose y enriqueciéndose.
¿Qué clase de fiesta es esta, Kalyady?
El nombre de la fiesta, Kalyady, tiene raíces paganas. Se cree que deriva de la palabra "kola", que significa "sol". Tradicionalmente, la Navidad se asociaba al día del primer solsticio de invierno y simbolizaba el comienzo de un nuevo año, tanto solar como agrícola. La celebración comenzaba el 25 de diciembre y terminaba el 6 de enero. Pero cuando el cristianismo llegó a nuestras tierras, la fiesta adquirió nuevas características: el comienzo de la Kalyady era la Navidad, y el final, la Epifanía. Ahora los católicos celebran la Navidad según las fechas antiguas, mientras que los creyentes ortodoxos festejan la fiesta del 6 al 19 de enero.
Los primeros preparativos para la fiesta: aseo de la casa y baño obligatorio.
Las Kalyady iban precedidas de un estricto ayuno de seis semanas, durante el cual debían observarse numerosas restricciones alimentarias y de comportamiento. Los jóvenes y los niños, por ejemplo, tenían prohibido los juegos alegres y ruidosos. Así pues, las fiestas se esperaban con impaciencia.
Era necesario celebrar Kalyady limpio tanto física como espiritualmente. Por eso, antes de la fiesta siempre limpiaban la casa, cosían ropa nueva o se ponían sus mejores prendas y se bañaban en la casa de baños.
Del ayuno estricto a la cena exquisita.
Durante las Kalyady había tres cenas festivas (kuttsyá´s) a intervalos de una semana aproximadamente. La kuttsyá era una papilla espesa de cebada aromatizada con miel, que era obligatoria en la mesa. Para las tres cenas, las papillas se cocinaban en la misma olla. Y alguien tenía que cocinarlas las tres veces: la propia anfitriona, su nuera o su hija casada. Se creía que así se garantizaba la unidad y la integridad de la familia para el año siguiente. Se creía que la papilla debía ser espesa y pegajosa. Esto significaba que en el año siguiente la familia viviría amistosamente y nadie moriría. Estaba prohibido probar la papilla mientras se cocinaba. La olla terminada se colocaba en el rincón rojo antes de la puesta del sol. Al mismo tiempo, se ponía heno debajo de la olla y se cubría con una barra de pan.
En Nochebuena, el primer día de Kalyada, la familia se reunía para la primera cena, que se llamaba "pobre" o "ayuno". Era una cena festiva que caía en el último día de Cuaresma, por lo que todos los platos se preparaban sin carne ni grasas animales. El número de platos dependía de los recursos de la familia, podía haber de 5 a 7 o de 9 a 12 platos. En primer lugar, se cocinaban bliny, kvas con setas, pescado y atole de avena.
La segunda kuttsyá se celebraba la víspera de Nochevieja para los católicos y antes de Nochevieja para los cristianos ortodoxos. Se llamaba rica o generosa porque en la mesa se servían muchos platos de carne: manteca de cerdo, carne, salchichas fritas, morcilla, surtido de carne, etc. La propia kuttsyá se hacía con manteca de cerdo o mantequilla.
La tercera y última kutya era un ayuno, lo que se llama "de agua". El ritual de " anotar Kalyady " se realizaba en aquel momento. El dueño de casa dibujaba cruces con gis en los portones y puertas para proteger su casa de los malos espíritus.
El primer día de las Kalyady: heno bajo el mantel, evocación de los antepasados y rituales místicos.
La cena de Navidad comenzaba con la salida de la primera estrella. En el centro de la mesa, la dueña de casa ponía una olla de papilla y un plato de bliny. Los bliny se cortaban en forma de cruz y quedaban así consagrados. El dueño de casa encendía una vela, leía una oración, ponía la vela en el rincón rojo y era el primero en sentarse a la mesa. La mitad masculina de la familia se sentaba a su izquierda, su mujer y sus hijas a su derecha. Antes de comer, el dueño de casa tomaba una cucharada de kuttsia y la colocaba en el alféizar de la ventana o en el umbral de la puerta. Era un homenaje a los antepasados, pues una de las reglas de oro de la cultura popular dice: "Antes que a ti mismo, a los antepasados".
Si había un bebé en la familia, siempre se le colocaba sobre la mesa, haciéndole así un lugar para él. Y cuando la hija del dueño iba a casarse, se le daba tres vueltas alrededor de la mesa y se la entregaba al novio, lo que significaba la "baja" del círculo familiar.
La mesa situada frente a la primera esquina se adornaba de forma especial. Por debajo del mantel se ponía heno, que se creía que ayudaba a las vacas a ordeñar bien y protegía al rebaño de los lobos. Esta costumbre también está relacionada con la historia del nacimiento de Jesucristo, según la cual había heno en la cuna en la que María colocó al niño después de nacer. Al final de la cena, este heno se utilizaba para adivinar el futuro: uno de los miembros de la familia arrancaba dos hojas de hierba, las encendía y las tiraba. Cuando las hojitas de hierba caían tocándose, se creía que la familia viviría unida durante todo un año. Si las hojas volaban en direcciones diferentes, se suponía que la familia se vería afectada por enfermedades y malentendidos personales. También se cuenta que se echaba heno para que el lino creciera más rápido y el ganado fuera fuerte. El heno reposaba bajo el mantel durante tres días y luego se daba a los animales domésticos para que estuvieran sanos y tuvieran buenas crías durante todo el año.
El primer día de las Kalyady se consideraba una fiesta exclusivamente familiar. Los que estaban fuera de casa por diversos motivos intentaban terminar su trabajo y regresar antes de la cena de Navidad. La gente creía que si estuvieran todos juntos en la santa mesa, vivirían juntos todo el año.
El segundo día de las Kalyady: capuchas puestas al revés, la muerte de la "cabra" y otras tradiciones navideñas.
La Navidad siempre ha sido muy popular entre los jóvenes, que participaban en todo tipo de diversiones, juegos y bailes. Chicos y chicas se reunían en grupos de 5 a 15 personas y se disfrazaban con diferentes disfraces: "cabra", "caballo", "cigüeña", "oso". A veces, la compañía estaba dirigida por un "guía", un viejo abuelo canoso que llevaba a la "cabra" con una correa. En la compañía de los villancicos también había músicos, un villanciquero, un costalero (que llevaba un saco para los dulces) y un "gitano". Todos iban vestidos con capuchas puestas del revés, los "gitanos" se untaban las caras con hollín y se ponían paliacates multicolores.
Los villancicos comenzaban al día siguiente. Los cantarines se reunían al aire libre y recorrían las casas cantando. Entraban en el patio y empezaban a entonar cánticos de alabanza al dueño de la casa, a su esposa y a sus hijos, deseandoles lo mejor. Todas las familias estaban esperando este momento, así que el dueño salía a la entrada e invitaba a los visitantes a la casa, donde se desarrollaba un verdadero espectáculo. El personaje principal era la "cabra" - en la antigua mitología eslava era un símbolo de la fertilidad y la prosperidad de la familia. La ""cabra se aventaba a los villanciqueros y a los vecinos, trataba de espantar a los niños. Después se calmaba de repente y se caía al suelo. Los villanciqueros se aventaban hacia ella, tratando de "revivirla". Pero no salía nada. Y entonces uno de ellos empezaba la canción: "Oh, viene un señor viene, trae un villancico, tres barras de tocino para que la cabta se levante". Habiendo olido esto, la anfitriona entraba en la habitación para sacar las golosinas para los villanciqueros. De haber visto eso, la "cabra" se resucitaba. Los invitados salían de la casa cantando.
La muerte ritual de la cabra simbolizaba el final, la "muerte" del año viejo, en el que era deseable dejar atrás todas las desgracias, enfermedades, pérdidas y ofensas. La resurrección de la cabra simbolizaba el comienzo de un nuevo año, de una nueva vida.
En la antigüedad, los cantores de villancicos disfrazados eran percibidos como las almas de los antepasados muertos que regresaban al pueblo y miraban en cada casa para saber cómo vivían sus descendientes. Los deseos de bienestar de los villanciqueros son los deseos de las almas de los antepasados, los difuntos dueños de la tierra. Por eso era imposible negar regalos a unos invitados tan esperados.
Con la expansión del cristianismo, los villancicos empezaron a adquirir un significado diferente. Los villanciqueros empezaron a ser vistos como antiguos reyes magos que presenciaron la aparición de la Estrella de Belén en el cielo, que les condujo al lugar del nacimiento del Hijo de Dios. Ahora recorrían los pueblos y proclamaban el maravilloso acontecimiento: el Nacimiento de Cristo. Y el camino a cada casa, que se percibía como el lugar de Dios, la fe, la esperanza, el amor, estaba iluminado e indicado por una estrella, que se convirtió en un atributo obligatorio del rito. La Navidad con la "estrella" se celebraba en las regiones de Belarús donde vivían predominantemente católicos. Interpretaban cantos religiosos basados en historias evangélicas.
La llegada de los villanciqueros significaba felicidad, salud y bienestar para la familia durante todo el año. Si los cantores de villancicos no acudían a la casa por cualquier motivo, se consideraba una gran falta de respeto y un presagio de diversos problemas para la familia. La única excepción era una antigua tradición, según la cual los cantores de villancicos no iban a casa de los que aún no habían cumplido un año tras la muerte de un familiar.
En las ciudades se celebraban ferias de Navidad, festivales y representaciones teatrales. Se organizaban bailes para la gente adinerada. Durante toda la Navidad, se organizaban obras de teatro, bailes y un árbol de Navidad para los niños. Los habitantes invitaban al sacerdote a hacer una ronda festiva entre los creyentes. Por la noche salían a visitar o reunirse con sus amigos y parientes. Las personas mayores eran obsequiadas tradicionalmente con harelka (vodka), salchichas, pollo frito o lechón, y las niñas y niños con nueces, pan de jengibre y pepitas.
Botas, troncos y otras herramientas para la adivinación navideña.
Los días de Navidad se consideraban mágicos, por lo que la adivinación era un atributo obligatorio. La adivinación la realizaban sobre todo las jóvenes para saber cuándo se casarían y cómo sería su prometido. A veces, la adivinación la practicaban mujeres adultas que se preocupaban por el bienestar de la familia. E incluso a veces los muchachos querían saber cosas de sus novias.
Había muchas formas de adivinación. La más famosa de ellas consistía en lanzar una bota del pie izquierdo por encima del hombro. En qué dirección miraba la punta de la bota, de allí debía venir el novio. Las muchachas también adivinaban en troncos: tomaban un tronco sin mirarlo y lo utilizaban para determinar cómo sería su futuro marido. Si el tronco era liso, el novio sería guapo; si era rugoso, no. Si el tronco era nudoso, significaba que el futuro marido sería de familia numerosa. Un tronco torcido significaba que el novio sería poco atractivo.
En las noches de Navidad se oía su futuro bajo las ventanas. Las chicas iban a casa de otro y se escondían cerca de ella. Si se oía al dueño decir "vete", significaba que el matrimonio era inminente. Si una chica oía a alguien de la casa decir "siéntate", estaba destinada a quedarse de doncella este año.
Hay una serie de rituales adivinatorios navideños en los que intervienen animales. Por ejemplo, la dueña de casa horneaba bliny y cada muchacha tomaba uno. Entonces se abría la puerta, se ponían los bliny en el umbral y se dejaba entrar a un perro en la casa. De quién agarraba el blin primero, era la que pronto se convertiría en novia.
Otro adivino era un gallo o una gallina. En la habitación ponían agua, un espejo y centeno. El tipo de novio que tendría una chica dependía de a qué se acercara primero el pájaro. Si el pájaro empezaba a picotear el grano, sería rico, se miraba en el espejo, guapo, empezaba a beber agua, borracho.
Fiesta de Nochevieja.
La víspera de Nochevieja se celebraba la kuttsya "rica" o "generosa". Todas las amas de casa intentaban preparar el mayor número posible de platos de carne para celebrar el Año Nuevo en plena abundancia y estar llenos todo el año siguiente. Esa noche se esperaban invitados poco habituales. En los pueblos, las chicas iban de puerta en puerta y realizaban el ritual del regalo. Elegían a la chica más guapa entre sus amigas, la vestían con un traje festivo y le ponían una corona decorada con cintas en la cabeza. A la chica guapa la llamaban "generosa". Cuando entraba en la casa, prometía a los dueños una vida rica en el nuevo año, cosechas abundantes, preservación del bienestar doméstico. Recorriendo el pueblo, las niñas cantaban las mismas canciones que los villanciqueros para la primera kuttsya.
A la mañana siguiente, los niños más pequeños del pueblo se unían a las rondas rituales y realizaban el ritual de la "siembra", que, según nuestros antepasados, traía una buena cosecha para el año siguiente. Los muchachos recorrían las casas y "sembraban" con grano el rincón rojo y a los propios propietarios. Para "sembrar" utilizaban guantes especiales u ordinarios o una manga arrancada de una camisa vieja, donde echaban centeno, trigo o cebada por adelantado. A veces se usaban dos mangas: en la segunda los anfitriones ponían golosinas y dinerito.
El último día de las Kalyady y el regreso a la vida cotidiana
La tercera Kuttsya se celebró la víspera de la Epifanía. Esta cena no era larga. La gente comía deprisa, con la esperanza de que en verano pudieran abordar el trabajo principal del campo con la misma rapidez. La fiesta terminaba con un juego humorístico y ritual. La anfitriona tomaba un atizador y golpeaba ligeramente al anfitrión. Él se caía. Mientras tanto, la anfitriona decía: "Que las gavillas caigan tan rápido en tiempo de cosecha". Era el final de la Navidad, y la gente seguía con su trabajo diario.
La celebración de las Kalyady es una de las bellas tradiciones antiguas de Belarús. Muchos rituales navideños únicos que se conservan en distintas regiones del país están reconocidos como valores históricos y culturales de nuestro país. A veces, las celebraciones navideñas reúnen a la gente en las ciudades, aunque en un formato más moderno. Por ello, esperamos que las tradiciones de esta fiesta no hagan sino enriquecerse con el tiempo.
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